Un claro ejemplo de ello son las benzodiacepinas que se caracterizan por un tiempo de vida en el organismo de más de dos días, lo que resulta en una acumulación de esta sustancia y en síntomas secundarios como cansancio, dolor de cabeza y mareos. A partir de las cuatro semanas ya puede desarrollarse una llamada “dependencia de dosis baja”. Y, además, a mayor tiempo de consumo, mayor es el grado de dependencia.
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